viernes, 11 de diciembre de 2015

PREGÓN 2015 DE DON PEDRO SALVADOR CALLICO SOSA

 Las Palmas de Gran Canaria a 1 de diciembre del 2015  
  ( CASA  DE COLÓN)

Exmo. y Rvmo. Sr. D. Francisco Cases Andreu, Obispo de Canarias

Exmo Sr. D. Antonio Morales Méndez Presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria

Ilustres autoridades.

Sr. Presidente de la asociación de Belenistas Canarios, San Juan de Dios. D.Vicente Díaz

familiares y amigos.


                    Es para mi un honor y un motivo de satisfacción, el que, por parte de la Junta directiva de los Belenistas Canarios, se me haya invitado a hacer el pregón de la Navidad de Gran Canaria, del presente año 2015, siendo el séptimo pregonero que lo hace con esta asociación;  y en  el marco histórico de esta Casa de Colón, que tantos y tan gratos recuerdos  aportan de mi niñez. 

                   Quiero iniciar este pregón con un primer poema.


 Un año más que pasa

 haciendo nuevas huellas al camino,

 ayer, es una sombra que descansa,

 y el llanto de nacer…, es esperanza,

 sintiendo la llegada del Dios-niño.


Es navidad, y como cada año
aflora a nuestra piel el sentimiento,
cobran vida pastores y rebaños,

y el agua de platina, va llenando,

los estanques de nuestro nacimiento.


Es época de paz y de recuerdos,

de tornar la tormenta en armonía,

de sentir el mensaje, que hace tiempo,

en Belén se hizo amor, en el momento,

que latió en las entrañas de María.


Es volver a vivir en el pasado

olvidando angustias y presiones,

retornar a la infancia, donde anclado,

permanece ilusión, y dulce amparo,

que supieron guardar nuestros mayores.


Y en el deseo de paz, la harina es nieve,

el mágico misterio, en este encuentro,

es sentir que ese entorno se conmueve,

si dejamos salir, para que juegue,                                 

la niña ó niño que llevamos dentro.


                    Desde siempre, la navidad, ha marcado una parte muy importante de nuestras vidas, haciendo un especial paréntesis, un intento de romper con todo, de proteger y dar paso a otra realidad, donde la comprensión, los sentimientos, las ansias de ser mejores, de ver la vida de una forma nueva y diferente, en que los humanos, pese a todo, seamos capaces de vibrar y sentir con el corazón, esa necesidad de hermanamiento con el mundo, ante la llegada del niño Jesús.  

      

Y volver a celebrar

que vibre otra vez la vida

en nuestro humilde portal,

para  poder encontrar

las esperanzas perdidas.


Así, sentir la unidad,

voz de la tierra canaria,

que sembrada en nuestro mar

es capaz de germinar

al calor de Timanfaya.


Los inmensos arenales…

y los reyes, por las dunas,

oasis y palmerales,

Mafasca, que enciende el aire,

¡aire de Fuerteventura!.


Las quesadillas del hierro,

la nieve que cubre el Teide,

el silbido del gomero,

que es oración, que el el cielo,

como un eco permanece.


Rapaduras de la palma,

el mazapán de Tejeda,

sentir, que se llena el alma,

si al niño, se acuna y canta,

                     el arrorró de mi tierra. 


                  También, irremediablemente, estas fechas, nos remiten a nuestra niñez, y dentro de ella, a los recuerdos y a las experiencias más queridas, más entrañables, donde el pincel de nuestra sensibilidad, es capaz de dibujar su tesoro más querido, la familia.

                Posiblemente, por el valor que desde niño le damos, es por lo que nos volcamos a la que formaron San José, la Virgen ,y como no,  el verdadero protagonista de la navidad, el niño Jesús, al que siempre hemos visto, con los ojos del alma, tiritando de frío en un pesebre, junto a sus padres, y flanqueado por el buey y la burrita, que daban calor al establo.


Unir arte y sentimientos,

recuerdos sueños y fe,

hoy lo llamamos Belén,

ayer era nacimiento.


Y ver la nieve cubriendo

los arboles y montañas,

blancas de harina y nostalgias,

villancicos del silencio.


Y vuelve a nacer la magia,

la luz llena los caminos,

y en los ojos de los niños,

nace también la esperanza.


Navidad, ¡canto a la vida!,

canto al amor que se entrega,

canto al alma que se llena,

con acordes de  folía.


Hacer con gofio escaldón

y con zaleas el pesebre,

para abrigar, cuando llegue,
al portal el niño-Dios.

              Aún tengo la imagen de mi abuelo, Pepe, porque sin duda son importantes los abuelos en la navidad, que en su casa , en la calle La Pelota , montaba en toda una habitación el nacimiento, él y mi abuela Lola, fueron los corresponsables, con mis padres, de sembrar y alentar el espíritu de la navidad en mi y en mis hermanos, hecho que se justificaba porque mi bisabuelo, Rafael Bello, escultor e hijo de Silvestre Bello, también escultor y profesor, me comentaban que hacía unos nacimientos especiales, haciendo todas las figuritas del Belén, e incluso vigilaba las alforjas de un burrito, que llenaba de peladillas, y los niños se ocupaban de vaciarlas para que las repusiera de nuevo.

          Todo el nacimiento fue donado por orden suya, a su muerte, al asilo

de ancianos de esta ciudad.

                Mis padres, José  y Asunción , continuaron con la tradición familiar, y vi nacer de sus manos casitas de corcho con techos de cartón ondulado y pintados de rojo imitando tejas, tuneras, palmeras, casonas con latadas y patios empedrados con arroz teñido de gris, carruchas, carros, azadas, lecheras y una serie de pequeños detalles que descubrían la canariedad de sus autores.

                  

Y de nuevo se ilumina

nuestro pequeño portal,

tras la nevada de harina,

que hace despertar la vida

y latir la navidad.


Y traerle, para el niño,

bienmesabe de Tejeda,

y queso de Valsequillo,

turrones de “La Moyera”.


Buscar pan hecho de leña

con chorizo de Teror,

y sancochar papas nuevas

y hacer un mojo picón.


Talvinas de vino y gofio

para combatir el frío,

y sentir, en el camino,

el alma llena de gozo.


Leche recién ordeñada,

y en un lebrillo, el tabefe,

llenarse la madrugada,

de aromas, que se derraman,

con el café de Agaete.


Sentir la paz y el amor,

y el mensaje solidario,

que al entrañable arrorró,

se conmueva el corazón

de todo el pueblo canario.


                      En ese afán de los niños/as, de guardar pequeños tesoros, cristales de colores machacados, estampas, chapas, boliches…etc, recuerdo

que en una ocasión estando en misa, después de pasar a visitar a mis padres, mi hija Elena se acercó a mí y como un secreto, buscando mi complicidad, me dijo, abriendo su diminuta manita infantil, “mira papi lo que tengo”, mostrándome el niño Jesús que había cogido del nacimiento de los abuelos, no pude por menos de sonreírle e indicarle que había que ponerlo de nuevo en su cunita para que no se enfriase.

                      Sin lugar a dudas, va una diferencia notable de los antiguos nacimientos a los actuales, que sin perder la magia y el espíritu de la navidad, han pasado de ser humildes representaciones religiosas, a un auténtico derroche de arte, con los mas inusitados materiales, que despiertan en nosotros la certeza de que, este año, el niño Jesús nacerá en Las Palmas.


                   

Llega un año más la estela

para anunciar, que otra vez,

ha vuelto el niño a traer

su mensaje en una estrella.


Es esperanza hecha amor

sueño capaz de volar,

y llegar a desbordar

con su paz el corazón.


Y ver en el nacimiento

la nostalgia en cada risco,

que al son de los villancicos

nos transportan a otro tiempo.


Alli nació nuestra fe,

que hace, que en las islas nuestras,

sintamos, en estas fechas,

que todo el mundo…, es Belén.


                    No quiero finalizar este pregón, sin hacer un encendido homenaje a los emigrantes del mundo, que se ven obligados a abandonar a sus familias, sus casas, sus tierras ó sus naciones, por las guerras y el sinsentido humano.

                   Y denunciar la pérdida de respeto y dignidad, que les roba a los niños sus fantasías para convertirlos en soldados, la violación de mujeres y niñas, la violencia de género, la incontrolable proliferación de corruptos, la pérdida del valor a la vida.







Es por mover en el mundo,

Nuestros deseos de soñar,

por no querer …vender humo,

que es la pretensión de alguno,

y ahogar la flor de la paz.


Por querer, desde esta tierra,

sentir el latido noble,

donde el corazón encierra

los estertores de guerra,

en donde se pierde el hombre


Anular el sentimiento,

de envidia y de incomprensión,

ver que es incorpóreo el tiempo,

que es simple juguete el viento,

e indefinible…el amor.


Hoy quiero volver de nuevo,

a nacer, sentirme niño,

para iniciar otro vuelo,

poner otro azul al cielo,

otro sentido al cariño.


Y que al decir navidad,

sintamos nuestro interior

llenarse de  libertad,

de sueños de eternidad,

por que llega el niño-Dios. 


FELIZ NAVIDAD A TODOS  


                                                  PEDRO S. CALLICÓ SOSA



miércoles, 22 de enero de 2014

PREGON DE NAVIDAD 2013

 
PREGÓN DE NAVIDAD
Las Palmas de Gran Canaria
Casa de Colón, 29 de noviembre de 2013
“La navidad es el amor expresado, no el atrezo de una fiesta”
ÁNGEL RUIZ QUESADA
Excelentísimo y Reverendísimo Señor don Francisco Cases Andreu, Obispo de Canarias.
Ilustrísimas Autoridades, Señor Presidente de la Asociación de Belenistas Canarios San Juan de Dios, belenistas de Canarias, familiares y amigos todos.
He de comenzar expresando mi sincero agradecimiento a la directiva que preside don Vicente Antonio Díaz Melián, por aceptar la propuesta de don Miguel Rodríguez Díaz de Quintana y don José Aurelio Rosas-Surís Romero, a la que se debe que yo esté hoy ante ustedes.
Quiero también hacer llegar mi reconocimiento a los medios informativos que dan cobertura a este acto.
Se me hacen presentes muy gratos recuerdos al ser ésta la tercera vez que ocupo la tribuna de la Casa de Colón.
No me cansaré de manifestar que es un inmenso honor para mí poder participar en cualquier acto que se celebre en esta institución, por lo que representa para todos los canarios. Además, el simple hecho de acceder a este distinguido edificio, me lleva inevitablemente a evocar mi pequeña aportación a la cultura colombina. Precisamente mañana se cumplen diecisiete años del estreno en Sardina del Norte de una obra teatral de mi autoría, ocasión en la que también asumí la dirección escénica. Se trataba de  Tábata y el Nuevo Mundo. Como parte de la representación, quedó inaugurado un monumento conmemorativo cuya placa dice así: Frente a esta Punta de Sardina, el 11 de agosto de 1492, el Almirante de la Mar Océana don Cristóbal Colón, ordenó que la Pinta quedara en Gran Canaria para reparar su timón, mientras Él seguía con la Santa María y La Niña hacia La Gomera, desde cuya isla y tras una estancia de siete días en Gran Canaria, lanzándose al Mar Tenebroso en el Viaje del Descubrimiento. Emprendió la aventura que fue trascendental para la humanidad. (El texto de dicha placa, tiene su autor, y es del investigador don José de Armas Díaz, que también me honra con su presencia).
Me enfrento al gran inconveniente de ser el quinto orador que se hace cargo de esta recuperación del pregón de  Navidad por parte de la Asociación de Belenistas Canarios ya que los que me han precedido no sólo son personalidades de alto y reconocido prestigio, sino que sus trabajos son verdaderas lecciones magistrales, difíciles de superar. Hablo de don Juan José Laforet Hernández, doña Rosa María Jorge Fierro, don Antonio Cruz Domínguez y don José Ramón Pérez Acosta. A este último le agradezco de corazón una presentación tan cariñosa que me ha dedicado.
Cada uno de ellos ha recogido de manera veraz y pormenorizada destacados aspectos  de la Navidad canaria. Cada uno ha sabido reflejar  la belleza de una tradición extendida por todo el ámbito de nuestras islas. Han recordado a los belenistas y sus obras más importantes. Han resaltado, con el mayor acierto, el sentido histórico, religioso y festivo de este día de diciembre. Nos han traído los testimonios más expresivos de personajes, lugares y anécdotas. 
Igual nivel de perfección alcanzaron quienes, según mis datos, fueron los primeros pregoneros: en 1996 y 1997 el propio don Juan José Laforet Hernández, Doctor en Historia del Periodismo y en Ciencias de la Información, actual Cronista oficial de Gran Canaria y, en 1998 el poeta Chano Sosa, licenciado en Historia del Arte y cronista oficial de la Villa de Agaete. Uno y otro disertaron en la Plaza de Santa Ana.
¿Qué es lo que quedará por decir?  Muy poco. Pero intentaré no defraudar a quienes me han llamado a pronunciar estas palabras.
Siempre he creído que, al presentar cualquier festividad, no sólo hay que hablar con el corazón, sino también llegar al corazón. Por eso, y con la certeza de que todos comparten conmigo este pensamiento, quiero llevar al corazón de todos a los numerosos habitantes de Filipinas que han sufrido el último desastre. Que Dios Nuestro Señor les ayude a todos y, aunque sea difícil de entender, que este trágico suceso sirva para reflexionar y aumentar nuestra fe.
Durante el tiempo que comparta con ustedes, este humilde pregonero pondrá todos los medios a su alcance para dedicar su mejor canto al Niño Dios, verdadero protagonista de las Fiestas Navideñas, por mucho que alguien se interponga, llámese Papá Noel, Santa Claus o cualquier otro personaje. Coincide en este empeño con cientos de belenistas canarios que, al amparo de su Asociación, están recuperando el arte tradicional del Portal de Belén.
Por supuesto, yo también me considero belenista. Y no porque en mi niñez me dedicaba a montar el pequeño belén en cualquier lugar o esquinita de mi casa, plantaba alpiste, iba en pandilla a buscar la hierba humedecida llamada musgo y   aprovechaba la platina de los primeros paquetes de cigarrillos de los pudientes para simular el agua del río.
Me considero mucho más belenista por mi afición teatral, con mucho respeto, por supuesto, a los que elaboran extraordinarios belenes. Lo afirmo por ser un humilde autor y director de belenes vivientes en escenarios naturales.
Me permito apoyar mi pretensión en haber intervenido, como  arreglista y realizador, en la escenificación de una manifestación teatral dedicada al Niño Dios en Gáldar, el “Auto de los Reyes Magos”, que el Gobierno de Canarias ha declarado de interés regional manifestando que nadie duda de su carácter inmemorial y sea uno u otro camino por el cual esta tradición centenaria sigue representándose en la Real Ciudad de Gáldar, lo cierto es que en su persistencia y embellecimiento, en la riqueza que se le ha ido sumando, el Grupo de Teatro Ajódar, tiene en los últimos decenios contraída una responsabilidad autoimpuesta que tan sólo se explica por el amor y el entusiasmo que sus componentes han volcado en la salvaguarda de una de nuestras más acrisoladas tradiciones…
Ésta fue la justa recompensa a cientos y cientos de integrantes del grupo teatral mencionado y a muchos colectivos  socioculturales que, unidos todos y de manera totalmente altruista, llevaron a cabo la representación durante quince años ininterrumpidos.
En nombre de todos los que entonces  colaboraron conmigo, y con el beneplácito de ustedes, quiero dedicar un recuerdo a determinadas personas que, apenas llegadas a este mundo, representaron al Niño Jesús. Y, por supuesto, a sus familias que así lo permitieron.
Quiero traerles esta noche un mensaje de amor, de paz, de felicidad y -lo que es más importante- de solidaridad, porque entiendo que este último término abarca todo el amor que nos desea San Juan en la segunda de sus cartas cuando nos dice: 
Así Dios nos manifestó su amor:
envió a su Hijo único al mundo,
para que tuviéramos Vida por medio de él.
Por todo ello, y como hombre de teatro, quería traerles una reflexión acorde con mi afición. Comentando esto con uno de mis yernos, Walter, me dijo:
La navidad es el amor expresado, no el atrezo de una fiesta
Esta frase nos llevó a un buen rato de conversación. Les hago partícipes de lo que concluimos.  Intentemos olvidarnos del conjunto de adornos en que se ha convertido la Navidad,  o mejor, no le demos tanta importancia. Tengamos la valentía de sacarle más partido a la expresión del amor que nos trajo Jesucristo cuando vino entre nosotros. Abracemos del modo más decidido el verdadero significado de la Navidad, que como todos sabemos es la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
Por eso no debemos olvidarnos en ningún momento de lo más esencial del mensaje que nos trajo en su nacimiento. Me refiero a la obligación que tenemos todos de convivir juntos, de compartir, de ayudarnos, de amarnos.
Como padre de una amplia familia, he vivido en más de una ocasión el alcance más profundo del amor. Cuando una de mis hijas, cualquiera de ellas, me plantea algún problema que en principio parece que no tiene solución, con decirle “Tranquila, hija, tranquila, yo estoy aquí” noto el amor en sus ojos. Otro tanto sucede con su madre, mi mujer.
En consecuencia, quiero referirme en especial al voluntariado. Mucho se ha hablado del mismo. Muchos significados preciosos se han atribuido a esta actividad. En no pocas ocasiones, se ha convertido en simple oportunidad de aparentar, que se quedan en nada a la hora de la verdad. Lo digo por experiencia propia, puesto que tanto mi mujer, Juana Molina Vega, como quien les habla, somos humildes voluntarios de nuestra parroquia en Gáldar. Vemos de cerca, y muy frecuentemente, múltiples ejemplos de entrega incondicional. Son personas dignas del mayor reconocimiento posible, no sólo porque la situación actual hace que parezcan más necesarias, si bien las circunstancia adversas que todos padecemos nos recuerdan que existen muchas áreas que esperan nuestro compromiso.
Debemos tener la humildad de acudir a donde podemos ser más  útiles, y no a donde podamos darnos a conocer como voluntarios.
Lo digo especialmente por los que colaboramos en centros de reparto de alimentos o en comedores sociales, porque allí se necesita mucha capacidad y mucho amor para poder lograr una obra de caridad en lugar de algo totalmente opuesto. Debe tenerse en cuenta, pues en muchos casos, sin pretenderlo, es posible causar un verdadero mal. Son bastantes las ocasiones en que, atendiendo al prójimo, caemos en la despersonalización, que nos lleva a desconfiar de todo el mundo.
Las conversaciones con nuestros semejantes necesitados nos revelan, con frecuencia, cómo a la impotencia por tener que acudir a un centro asistencial se añade el dolor de no recibir siempre un trato mínimamente humano.    
De ningún modo cabe pensar que nuestra obligación concluye facilitando un desayuno o una bolsita de comida o informando dónde encontrar a los asistentes sociales de los Ayuntamientos. Al menos hemos de acompañarles en sus gestiones en las oficinas públicas, con el fin de que puedan aprovechar debidamente las posibilidades que se les ofrecen; todos sabemos que un buen “mediador” facilita por igual la tarea del funcionario y los pasos que debe dar el usuario.
Una de las frases más comunes en el terreno de la solidaridad es especialmente escueta y contundente: entre todos. Se está generalizando gracias a un magnífico programa televisivo que emite todas las tardes la Primera Cadena, del que somos fieles seguidores todos los de mi casa. Poniéndonos ante la vista una extraordinaria cantidad de casos de necesidad acuciante, nos sugiere a la mayor parte de nosotros que deberíamos estar dando gracias a Dios cada día y a cada hora. Pero no se limita a esto, sino que nos plantea excelentes ideas para ayudarnos unos a otros por medio de unas “redes familiares” fáciles de crear. Sin duda alguna, aquí está presente el amor. No olvidemos que su significado académico es el sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
Una destacada poetisa del Norte grancanario, María Celestina Molina Díaz, de quien he recogido varias sugerencias en este trabajo,  ha atendido mi solicitud de una definición del amor de una forma muy breve:
Cuatro letras,
nada cuestan,
dichas de corazón,
Amor.
Me atrevo a proponer una experiencia que, seguramente, ya conocen muchos de los que me escuchan. No es otra que la de sentarse a desayunar o almorzar con un necesitado. Resulta sumamente interesante. San Lucas recoge lo que Jesús dijo a un fariseo que le había invitado: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos”
El Papa Francisco asume el contenido de estas palabras cuando nos dice que debemos mirar a los ojos a los pobres,  puesto  que el cristiano no es uno al que se llena la boca con los pobres, sino uno que los encuentra, que los mira a los ojos, que los toca.
Todos estamos llamados a ser pobres, prosigue, a despojarnos de nosotros mismos. Y por eso debemos aprender a estar con los pobres, a compartir con quien está privado de lo necesario, a tocar la carne de Cristo...
Si queremos ser cristianos no hay otro camino. No podemos hacer cristianismo sin Jesús, sin cruz, sin despojarnos, porque si no seremos cristianos de pastelería, dulces, bonitos, pero no cristianos de verdad.
Estas hermosas palabras las pronunció el pontífice el día que almorzó en el comedor de Cáritas en Asís, compartiendo la mesa con cincuenta y cuatro necesitados. En la misma jornada nos recordó muy oportunamente:
Los hombres y mujeres de Iglesia que son arribistas, escaladores, que "usan" el pueblo, la Iglesia, los hermanos y hermanas - a los que deberían servir- como trampolín para sus propios intereses y ambiciones personales, hacen un daño grande a la Iglesia.
Son afirmaciones que deberían tener en cuenta quienes proponen que se suprima la asignación a la Iglesia en las declaraciones de la renta tomando como pretexto ciertas conductas individuales. O al menos, deberían escuchar la sabiduría popular: “Los hay tan malos que parece que todos son malos”.
Quiero que hablemos ahora de otra clase de voluntariado. Ya sabemos que este término comprende un sentido muy extenso.
Se trabaja como voluntario en los colectivos socioculturales, las asociaciones vecinales, los grupos de teatro (como el mío), las agrupaciones musicales, deportivas, literarias, etc. Es la labor de rescatar y conservar nuestras tradiciones, fundamentales en la historia de cada pueblo.
Es el campo en el que se mueven los belenistas. ¡Cuántos belenistas tenemos!  Gracias a la encomiable labor de la joven Asociación de Belenistas Canarios San Juan de Dios se está conociendo el mérito de muchas personas que, hasta la fecha, han trabajado en la oscuridad. La costumbre que ha establecido de dar a conocer cada año los nombres y las obras de algunos de tales artistas merecen los mayores elogios.
Quiero contribuir modestamente a esta valoración. Voy a hacerlo evocando a uno de estos grandes autores, (Cuando invitaba a uno de sus hijos, le decía que, entendía como “un pecado mortal” el que hoy estuviera narrándoles este pregón y su familia no estuviese presente), mi gran amigo Jorge Lorenzo Rivero, de quien recibí el ejemplo que unía la sensibilidad artística con la más alta entrega en favor de los demás, demostrado en múltiples ocasiones de colaboración.
No hace falta recordar que entramos en las fiestas de Navidad y que, como pregonero, debo anunciarles los actos que prepara la Asociación que me ha nombrado. Me es materialmente imposible mencionarlos todos, por lo que me remito al programa. No obstante, he de destacar los que van a servir para consolidar aún más a la sociedad belenista, que se traducen este año en cuatro nuevos encargos que quedarán instalados, en el vestíbulo principal del Hotel Santa Catalina, en la Fundación Mapfre Guanarteme, en el vestíbulo del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín y en la sala de exposiciones de esta Casa de Colón, donde llevará el título de “El nacimiento en África”. No será posible, en cambio, ubicar el que se hallaba previsto en la Casa de la Iglesia, debido a compromisos adquiridos para dicho emplazamiento; estamos convencidos de que el próximo año, Dios mediante, cumpliremos el propósito.
¡Estamos en Navidad! Y hablar  de Navidad, nos lleva inexcusablemente a los villancicos. Nada mejor que acudir al compuesto por uno de nuestros primeros pregoneros, Chano Sosa, un bello himno dedicado a la Navidad que obtuvo el máximo galardón en el Primer Certamen de Villancicos Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en 1974, y que ha sido orquestado por una de las mejores musicólogas de nuestra nación, Matilde Salvador, directora del Conservatorio de Valencia.
Les ruego que nos situemos por unos segundos en la noche del día 24 del próximo mes de diciembre: ha nacido Jesús. Les ruego que me acompañen cantando para Él.
Din dan, din dan, din dan…
                                               Hoy repican las campanas
                                               una a una y dos a dos,
                                               que en la Ciudad de Las Palmas       
                                               ha nacido el Niño-Dios.
Míralo qué pequeñito
                                               y reluce como un sol;
                                               su cara parece un cielo
                                               y sus ojos un primor.
                                               De nácar son sus mejillas,
                                               de coral su corazón.
                                               Y siempre está sonriendo
                                               con su sonrisa de amor.
                                               Din dan, din dan, din dan…
Hoy repican las campanas
                                               una a una y dos a dos,
                                               que en la Ciudad de Las Palmas
                                               ha nacido el Niño-Dios
                                              
Hay panderos y timplillos
                                               en toda la población
                                               De San Cristóbal le traen
                                               sardinas y un caracol.
                                               De la Isleta y el Refugio
                                               un barco con su timón.
                                               De Shamánn y Escaleritas
                                               azúcar, miel y turrón.
Din dan, din dan, din dan
                                               Hoy repican las campanas
                                               una a una y dos a dos,
                                               que en la Ciudad de Las Palmas
                                               ha nacido el Niño-Dios.
¡Feliz Navidad! ¡Muchas felicidades a todos!


martes, 4 de diciembre de 2012

PREGÓN DE NAVIDAD 2012






Grabación del pregón



PREGÓN NAVIDEÑO DE SAN JUAN DE DIOS

Porque quien siembra navideños pregones,
recoge frutos de paz.
Quiero comenzar el pregón con esta angélica exclamación:
“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los que ama el Señor”.


                   Hay cierto paralelismo entre una idea de gloria y una idea de paz.  Pero lo cierto es que gloria y paz parecen confluir y fundirse en un mismo significado.  El texto angélico nos evoca un cierto estado interior y una feliz situación idílica exterior que lo abarca y lo llena todo.  Un deseo, sin duda, que en estos próximos días nos auguramos como lo mejor que podemos ofrecer a quienes más queremos. 

                        Conozco una familia, de Nazaret, Belén o Gran Canaria, da igual, que en el colmo de su pobreza, han perdido en poco tiempo lo que para ellos constituía sus mayores esperanzas, su seguridad y su unión natural.  Me refiero a una familia formada por el padre, la madre y once hijos. Pequeño gran belén, con muchas figuras rotas.  Poco sitio en la posada.  Más de la mitad de los hijos acogidos fuera del hogar.
                        Eran pobres de solemnidad, aunque más que pobreza allí había miseria.  Pero no faltaba amor.  En esta familia no había mucho pan, pero, a su modo, siempre había fiesta.  Mientras hoy ve uno familias donde no hay fiesta, aunque haya mucho pan.  Es curioso: Bethlemn, significa “tierra del pan”, casa del pan, y también significa “la fértil”.  Pan sabe a paz. Y la paz, sabe a pan.  Pero también Belén quiere decir: “ciudad de la carne”… Y no es extraño que por sus cercanías hubieran rebaños y pastores. A una concentración de estos últimos se aparece un ángel: “Gloria a Dios y paz”.  Acaso la paz que el ángel prometía, iba sólo o preferentemente destinada a las personas “de buena voluntad”. 

                        Siguiendo con la familia de quien les hablaba, su penosa historia familiar es larga. Una historia más de una población nuestra que aglutina pobreza cultural, mas pobreza económica, mas pobreza generalizada.  El motivo de traerla a cuento es porque en menos de un año y por diferentes motivos han fallecido el padre de cáncer, un hijo encontrado muerto en el campo a los cuatro o cinco días, otro hijo una semana después y la madre que fallece hace pocos meses.  Hay otro hijo grave, de cáncer terminal.
                        ¿No es éste, acaso, un belén natural viviente, que concentra en el mismo el nacimiento, la vida, la pasión y la muerte de Jesús en el idéntico espacio que nosotros ficticia o simbólicamente recreamos para en estos días revivir en nuestros hogares aquel acontecimiento histórico que cambió el mundo y marcó un antes y un después a la historia viva de la humanidad?

                       
                        Cuando fui invitado por la “Asociación de Belenistas Canarios SJD” para ser el pregonero de este año ante vosotros, no me podía imaginar que pudiera hacerlo dignamente sin referirme singularmente a aquellos que son el motivo primero de mi dedicación de por vida en este camino maravilloso de la hospitalidad de San Juan de Dios, en el que este año, que empieza pronto, voy ya a cumplir 50 años que profesé para siempre seguir a Jesús y sembrar, como El, misericordia haciendo el bien a aquellos que la vida destroza más, los que casi nadie quiere, los que justifican más que aunque “vino a los suyos y los suyos no le recibieron”, por eso mismo, “a éstos los llenó de gracia y de verdad”.   A ese gran belén, que en nuestra sociedad lo forman los pobres y los necesitados, los verdaderamente amados por el Señor, voy a dedicar lo que con este motivo me han encomendado pregonarles esta noche.
Yo nací aquí al lado, en la calle Reyes Católicos, por ello me emociona estar en estos momentos en esta hermosa y artística Casa de Colón, donde me enorgullece tener el honor de evocar esta noche el acontecimiento más importante en la historia del mundo: la presencia en la tierra de Dios hecho hombre.

Recuerdos navideños de la infancia.
Para mejor personalizar este trabajo, voy a rememorar un poco de los nacimientos de mi niñez, de aquella sencilla ingenuidad de mis primeros “portales de belén”.  Hacia finales de los años 40 del siglo pasado, yo era niño y mi padre tenía amigos con coche que en diciembre le acercaban al campo, de donde traía pequeños helechos, musgos, piedras y tierra, desde Valleseco, San Mateo o cercanías.  Acaso por allí se tomarían sus vinitos y enyesques.  Se guardaban en casa hasta que nos daban las vacaciones en el colegio.
Luego, con mi abuela, preparábamos el nacimiento: Todo valía, las mesas, cajones, cajas, tablas… se sacaban las figuritas de las cajas donde se guardaban con serrín del año anterior, las casas de corcho, ovejas, cabras, pastores, ángeles, la estrella de Belén que se colgaba de un hilo y pendía de la escalera, se ponían las montañas de alcornoque, poníamos un espejo viejo de mi coqueta tía para simular agua, sobre el que se colocaban patos y otros bichos que fueron rompiéndose y desapareciendo con los años.  Las luces se encendían cuando venía alguna visita, para presumir.
Recuerdo que a mi hermano mayor le entró dudas sobre la verdad de los Reyes, y colocados los zapatos para que los Magos supieran… vio salir esa noche a mis padres cuando nos suponían dormidos y regresaban de madrugada con los Reyes. Y entonces mi hermano de vigía, nos avisaba a mi otro hermano y a mí, que dormíamos en la misma habitación y… la función festiva se adelantaba.  Yo entonces padecía asma y recuerdo que un año, el mejor y único regalo de Reyes fue una caja de medicación nueva para curarla, que acababa de salir.  Fueron los mejores Reyes de mi vida.
Con mi hermano mayor participábamos por navidades en las Adoratrices de Fernando Galván, como monaguillos del capellán D. Pedro, que no podía con su alma y arrastraba los pies al caminar.  Mi hermano se tomaba el vino que sobraba en la vinajera y los dos la escudilla de leche con recortes de hostias que nos ponían las monjas. Eramos los “sobrinos de la Madre Pino”.  Luego teníamos los oficios en la iglesia de Santo Domingo, donde éramos monaguillos de D. Mariano el cura, con Salvadorito en la sacristía.  Hasta aquí las únicas alusiones personales.

¿QUÉ ES UN PREGÓN?
Según el diccionario Espasa-Calpe, es “la promulgación o publicación que en voz alta se hace en los sitios públicos, de una cosa que conviene que todos la sepan”.  Es popularizar, extender, divulgar una cosa.
Un pregón religioso navideño habla de los recuerdos y las experiencias del extraordinario misterio del nacimiento de un Niño y del significado que tuvo la irrupción de Dios en el mundo.  Y aunque hoy me vaya a referir más a las figuras rotas del belén, este Pregón se extasía mirando asombrado a la figura más hermosamente tierna de la historia: el Niño Jesús recostado en un pesebre.

De la figura de María, que nunca es figura rota pues ya San Juan de Dios la llamaba “la siempre entera”, y la del varón justo y piadoso, el bueno del señor José, a quien varios hospitalarios santos han colocado siempre en la titularidad de múltiples hospitales y centros dedicados a la misericordia, porque San José nunca estuvo roto, ni rompió el sueño de Dios, ni abandonó el cobijo de María y de Jesús.  Y dentro del Belén, todo un mundo de ángeles, pastores, estrellas y perspectivas que colocan a unos Reyes Magos en búsqueda orientada del único Rey de reyes.  Sentimos, sobre todo en estos días, una permanente llamada a la autenticidad, a la sencillez y a la humildad.

No he asistido nunca a un pregón navideño ni sé cómo se construye mejor esta pieza literaria, pero desde lo que quiere brotar limpio del corazón, voy a tratar de contarles la sencilla historia de los mejores belenes de San Juan de Dios.

SAN JUAN DE DIOS, figura excepcional del Belén de la misericordia.
                        La primera figura es el mismo santo de los pobres, el humilde Juan de Dios:  ¿por qué se mostró como demente, loco, pobre, despreciado, desfigurado de tanto contacto con la soledad y el dolor humano?   Se arrimó a las figuras más destrozadas por la vida: los locos, maleantes, desgraciados, prostitutas… ellos fueron los primeros.  En la calle Tundidores, de Granada, cuenta una tendera en el proceso de beatificación, que “reunía niños callejeros de quince o veinte en veinte y los vestía y calzaba.  No había necesidad que no remediase”.  Recompuso y dio dignidad al pobre, enfermo y abandonado.  Su belén viviente lleva quinientos años reproduciéndose en cada hogar hospitalario juandediano.
                        En el colmo de su amor a los pobres, se mostró siempre con un crucifijo en la mano y así vivió a los pies de los más necesitados.  Por ello el Señor premió su muerte de un modo admirablemente nunca visto: arrodillado, a los pies de la cama, y abrazado al crucifijo, el verdadero amor loco de su vida. Era el 8 de marzo de 1550. Desde entonces, Juan de Dios es hogar y es familia, es pan y es amistad, es salud y es ansias de vivir.

                        Nuestro Hno. Jacinto del Cerro, en su Antología poética, tiene unos versos que son estampas hospitalarias navideñas, en su poema titulado: “Junto a la cuna”, del que recojo la mitad del mismo por su belleza plástica:
            Allí tiene a los lisiados
            junto a la gran chimenea,
pues hogar, templo y piscina,
es su hospital de la cuesta
donde todos buscan techo,
donde todos hallan cena,
donde curan sus heridas
y alivian todas sus penas
los pobres de la ciudad,
de la vega y de la sierra.
Y por eso Juan de Dios
se alegra esta Nochebuena
al ver que toda la casa
está de pobres repleta
cantando al pie de la cuna
coplas de alegría plenas,
diciendo al Niño Jesús
plegarias dulces y tiernas
que llegan hasta los cielos
al compás de las panderas
y el sonreir de la Virgen,
mientras al Niño cunea
y le velan los querubes
y le besan las estrellas.
            Así pasa Juan de Dios
la noche de Nochebuena:
adorando al Buen Pastor,
y cuidando sus ovejas.
Apostolado y misión
leyenda de su bandera,
curar cuerpos, salvar almas,
calmar ayes y tristezas,
señalar el cielo a todos
al conjuro de su lema,
“por los cuerpos, a las almas”,
vida y afán de su empresa.
Y cuando suenan las dos
de la noche navideña
y repica la campana
de la torre de la Vela
y, ya duermen los enfermos
y ya callan las panderas,
Juan se postra de rodillas
y su crucifijo estrecha
ante el dulce portalico
de su hospital de la cuesta,
y le dice fervoroso
mientras le adora y le besa:
            Mi Jesús, mi dulce Dueño
            y Señor de mis empresas.
            Dame pobres, dame enfermos
para servirte en la tierra;
dame almas, muchas almas,
para cantarte con ellas…

                        Hay figuras vivas de Hermanos, que en nuestra historia de la Orden Hospitalaria han destacado por su reconocida santidad de vida, entre un ejército de bienhechores y mártires de la hospitalidad: los santos Juan Grande, Benito Menni, Ricardo Pampuri, y los 71 beatos mártires de nuestra guerra civil pasada, José Olallo, Eustaquio Kugler y, en octubre del año que viene otros 24 Hermanos mártires españoles. Son figuras universales de la Iglesia, del gran Belén del santoral cristiano.  Todos ellos marcados con el signo de la misericordia.  Han constituido el belén más llamativo: los que, como Jesús, “pasaron por el mundo haciendo el bien”.

LOS HERMANOS DE SAN JUAN DE DIOS, 
BELENISTAS DESDE SIEMPRE
             Desde siempre los Hermanos de San Juan de Dios cuidaron de los humanos como de las mejores figuras de Dios, en ellos veían impresa la imagen de Jesús, y por ello se les dio tan bien a lo largo de la historia el tratar con humanidad y gran caridad a las personas que lo pasaban mal en la vida.  Siguiendo el ejemplo del Santo fundador, que “se desvencijó” por el prójimo, y “le quebraba el corazón” ver tanto dolor humano acumulado en lugares y momentos  difíciles de su existencia, además de hacer el mejor Belén posible en las personas concretas, trataron de reproducir esos otros belenes hechos a la medida del corazón.

            Cuatro años después de canonizar a Juan de Dios, es decir, en el año 1694, tenemos bastantes letras de villancicos que se cantaron en Maitines, durante la Navidad, en el Hospital San Juan de Dios de Cádiz. Me he permitido escoger sólo esta estrofa:
“Que aunque más frío haga,
mi Niño hermoso       
                        ha de estar esta noche
                        como un horno”.
Históricamente tenemos constancia de Hermanos concretos que fueron verdaderos artistas, no sólo como enfermeros, boticarios, limosneros, médicos o creando ciudades y universidades, sino también como escultores y  realizadores de magníficos nacimientos que admiraban los propios enfermos y los familiares y simpatizantes de la Obra de San Juan de Dios. De entre ellos, entresacamos hoy a tres Hermanos de nuestra historia y nombramos a otros que en la actualidad mantienen aún vivo el arte del Belén o Nacimiento.

            Según aparece en el Necrologio de los Hermanos de la Provincia Bética, que es el libro donde se inscriben algunas anotaciones destacadas de los Hermanos después de su muerte, transcribimos estas tres notas:
            1. Hno. Francisco Blanco, “enfermero, sacristán y hábil escultor. Hizo un nacimiento con tantas y tan bonitas figuras que fue la admiración de la ciudad de Granada.  Falleció en esta ciudad en opinión de santidad el 17 de febrero de 1613”.
            2. Hno. Federico Argüello Martínez. “Siervo bueno y fiel, destacó siempre como excelente enfermero, y dado su carácter jovial y alegre, llegaba mejor a todos, sabiendo tener para con todos frases de aliento y consuelo.  Dotado de una sensibilidad artística y sentido estético, fue excepcional en el arte del belenismo.  Fue siempre considerado como el impulsor de este bello arte en nuestra Provincia Bética y considerado el maestro de nuestros aficionados belenistas.  Colaboró en la organización y fundación de las nuevas casas de Jerez, Córdoba, Granada y Sevilla.  Enviado a América en 1950, fue enfermero mayor en nuestra Clínica de Caracas y organizador de la fundación de nuestro Hogar-Clínica de Lima.  A la edad de 64 años y 35 de vida religiosa, murió en Jerez de la Frontera, el año 1960”.
            3. Hno. Juan José Domínguez Cuerva. “Religioso que dedicó muchos años de su vida religiosa al servicio de los enfermos epilépticos de Ciempozuelos (Madrid).  Se distinguió haciendo hermosos belenes.  Falleció en este Centro el 22 de diciembre de 1986”.
            4. Hasta muy recientemente, ha destacado como gran realizador de nacimientos el Hno. Ernesto Ruiz Ortega.  Sus belenes fueron famosos cuando era superior en Tenerife (1959-62) y en Las Palmas (1970-74).  Pero también lo fueron en Arequipa (Perú) y en Maracaibo (Venezuela) donde también fue superior en aquellos Hogares-Clínica.  Su arte ha sido difícilmente superado por otro Hermano o colaborador, y era muy celoso de que no se conociesen los secretos de cómo los realizaba. Sólo él y el electricista conocían los entresijos. Falleció el año 2003.
            5. El Hno. Sebastián Fernández Alonso, santanderino, actualmente en el Hospital San Juan de Dios de Caracas (Venezuela), es de esos Hermanos más ilusionados y enamorados de confeccionar hermosos belenes y de dar a conocer sus secretos para que otros aprendamos.  Con paisajes muy originales y con trucajes especiales y una señalada iluminación que le hacen ser de los más valiosos.  Los ha hecho hasta hace poco pues ya ha cumplido los 90 años.
            6. En la actualidad destacan los Hermanos José Borrego, Juan de Dios Orquín, Antonio García, Joaquín Sanz, Manuel Armenteros y otros muchos que acaso siendo más sencillos en su arte, no son menos artísticos en su voluntarioso deseo de mantener viva esta tradición que forma parte  del quehacer propio del Hermano Hospitalario que en todo, también en esto, busca hacer el bien, bien hecho.

Mis Hermanos de San Juan de Dios en Las Palmas han destacado como buenos hacedores de nacimientos: en Triana, en la Plaza de San Bernardo, en Néstor de La Torre, pero, sobre todo, en la Ciudad de San Juan de Dios de El Lasso para que los visitantes y los niños de los colegios suban a ver esa magnífica Ciudad de la alegría y la esperanza, pero durante los dias navideños para que admiren el excepcional nacimiento tradicional popular que realizan los Hermanos y sus colaboradores.  No dejen de visitarlo y, particularmente, vean la diaria obra de amor que allí se realiza con los niños más necesitados, con los adultos que reciben diaria rehabilitación y con las más de doscientas familias que van a recibir bolsas de comida en estos tiempos de hogares tan escasos y tan pedigüeños. Estos belenes recientes y los primeros, realizados con elementos más sencillos y sin complicaciones efectistas, en su armonía y belleza elevan la simple estampa del belén clásico,  a la categoría de verdadera obra de arte.

Hay una actividad navideña que se repetía por aquellos años en nuestros múltiples centros atendiendo a los niños afectados de polio, y era la inestimable y generosa colaboración de los medios de comunicación social con la Obra Benéfica de San Juan de Dios. 
La popularidad del limosnero Hno. Bonifacio Bonilla, se vale de Radio Córdoba para dar rienda suelta en aquella provincia a las famosas “Subastas de la Caridad”.  Se subastaban borregos, cerdos, pavos, perdices...  Al Hno. le ofrecían donativos si cantaba algún villancico o si recitaba graciosas poesías.  La radio, y su locutor López Cansinos, prestó una gran ayuda a la Orden Hospitalaria en beneficio de los niños del Hogar-Clínica San Rafael. 
En Granada, con la “Subasta de Ilusiones”, alentada por el locutor José Real, se derrochaba ingenio y simpatía para ayudar la población a los niños necesitados.
En Cádiz, los Hermanos repartían juguetes, ropa y artículos de imprescindible necesidad, por las casas de los niños enfermos y lisiados.  Jerez vio a los Hermanos en corridas de toros al efecto, pidiendo persona a persona, dando así la vuelta al ruedo para recoger donativos.  Y Sevilla movilizaba a los periodistas con carretillas por las calles porque las limosnas hacían posible multiplicar la asistencia a los niños desvalidos. Y Sevilla entera se volcaba con San Juan de Dios.  
En Tenerife, fueron famosas aquellas Caravanas “Hartanga gigante”, de Radio Juventud de Canarias, animadas por el excelente locutor César Fernández, que transportaban a la Clínica Infantil San Juan de Dios los productos alimenticios donados por los radioyentes con motivo de la Navidad.  Y luego también llevaban los regalos de Reyes de la Feria de Ilusiones para los niños.  Eran verdaderas fiestas de la caridad y todo el pueblo participaba y llenaba el recorrido y la esplanada de la Clínica.
En Gran Canaria, las proclamas radiofónicas vinieron siempre de la limpia voz amplificada de Mara González, que desde Radio Las Palmas concretaba y alentaba la generosidad de los canarios para las “Campañas de San Juan de Dios”, sobre todo en primavera.
Me gustaría aludir, mirando ahora a nuestra tierra, que cuando en el recorrido belenista de los días navideños nos ponemos a valorar los lugares mejores donde encontrar ese Belén más novedoso y más original, tenemos que pasarnos necesariamente por el Museo de Piedra de Agüimes, para ver una recreación canaria del misterio, entre bordados artesanos e imágenes reunidas por la piedad de Carmelo Gil Espino, un buen hombre ya fallecido el año 2004, que fue aspirante a Hno. de San Juan de Dios y acaso en su hogar desde pequeño, y entre los hospitalarios, aprendió el arte de hacer nacimientos.

Quisiera incluir aqui y ahora, que en estos días se ha formalizado la integración con la Orden Hospitalaria de los Hermanos del Buen Pastor, religiosos que tienen obras hospitalarias y sociales en EE.UU., Canadá, Inglaterra y Haití.

Un Belén es más Belén si tiene figuras rotas...
          y si en tu corazón notas,que Jesús es paz y bien.
Me gustaría ahora reproducir el “retablillo de las figuras defectuosas del Belén”, una composición de cinco villancicos con niña subnormal al fondo, que Fernández Pombo supo gráfica y tiernamente expresar:
I. Villancico del pastor cojo.
Se me cayó, ya hace un año,
el pastor que más lucía
cada vez que le ponía
al frente de mi rebaño.
Perdió una pierna, su daño
me hizo daño a mí también...
(Como un pastor de bien,
aun de barro, va llegando
-a trancos y cojeando-
mejor que otros a Belén).
II. Villancico del pastor ciego.
            - Dicen que Dios va a nacer;
            ¡mal haya con mi ceguera,
            no he de ver la Primavera
            aunque la quisiera ver!
            - A tientas me he de mover
            y palparé la alegría;
            el amor será mi guía
            para llegar al Portal...
            (El pesebre fue fanal
            de luz... ¡Y el ciego veía!)
                        III. Villancico del pastor sordo.
                                   - Sordo en mi barro cocido
                                   no puedo oir el rabel
                                   que estáis tocando por el
                                   Zagal en Belén nacido.
                                   - No oigo el viento, ni el balido
                                   del cordero, ni el silbar
                                   de la honda al restallar,
                                   ni el agua en la torrentera...
                                   (Y en medio de su sordera
                                   escuchó al Niño llorar.)
IV. Villancico del pastor tartamudo.
            - Diré “tri”, “tri”, y, al fin, trigo.
            - Diré “cor”, “cor” por cordero.
- “Pan”, “pan”, diré por pandero;
¡Todo en pedazos lo digo!
- “Be”, “be”, por Belén, consigo
aclararme a la tercera...
¡Con mi lengua no hay manera,
cada palabra son dos...!
            (Fue al Portal y dijo DIOS
de una vez y a la carrera.)
            V. Villancico de la niña subnormal.
Preparo el “belén” muy mal
que una niña no me deja.
Se empeña en poner su oveja
en el centro del Portal.
¡Ay, la niña subnormal
que no sabe apenas nada...!
(La reñí con la mirada
y cuando estaba llorando
vi a Jesús acariciando       
la oveja mal colocada.)

Que lo sepas, amigo mío: Si vas a un hospital y a enfermos ves en la cama, es Jesús el que te llama para sembrar amor total.

La verdadera navidad.  En primer lugar, la Navidad es un principio de vida que lo inunda todo, que da sentido a todo.  Lo central en Navidad es Jesús que se encarna, que viene a nuestro mundo y se mete en nuestras vidas.  Esto es lo importante.
            Después vendrá la atención a los pobres, la visita a los enfermos y marginados, las celebraciones en familia.  Si no es así, acaso no alcancemos a sentir el paso del Angel que anuncia la llegada del Mesías.
            Se acerca Navidad: Navidad es cada día.  “En Belén tocan a fuego, del portal sale la llama, es una estrella del cielo que ha caído entre las pajas”.  Si queremos recibir la luz, tenemos que abrir los ojos.  Y poner la atención en lo que está sucediendo.  Acoger a Cristo en las reuniones de familia, en las visitas a los hospitales, en la cercanía a los necesitados, acogiendo la mirada de Jesús y siendo la mirada misericordiosa de Dios para los que nos rodean.  Que seamos capaces de ver “huellas celestes por el suelo florecido, como un cielo invertido”, que decía Juan Ramón Jiménez…

            Las figuras del portal son como el deseo de hacernos participar, en nuestra personal historia concreta, de ese acontecimiento que divide en dos la historia de los humanos.
            En el nacimiento buscamos representar esos pasajes que ya son característicos, una vez que damos la centralidad del mismo al Misterio: José, María y Jesús en la gruta.
Representamos: La encarnación, el anuncio a los pastores, la visita de María a Isabel, el asesinato de los niños por Herodes, la huida a Egipto, y otras muchas escenas como la vida de Nazaret, la carpintería de José, la purificación de María y presentación del Niño, Jesús perdido en el templo…
            Estas escenas bíblicas no suelen faltar nunca en los nacimientos populares tradicionales de los Hermanos de San Juan de Dios.  Forman parte de esas catequesis bíblicas anuales que durante el último mes del año en la etapa navideña se muestran a cientos de familiares, enfermos, niños, amigos y simpatizantes de la Obra Social de San Juan de Dios.
            La finalidad de los mismos belenes era: Visitar el hospital como obra de misericordia, conocer la labor humanitaria que se hacía sobre todo con los niños, ejercer la caridad con los pobres, dar limosnas, admirar belenes artísticos y monumentales, enseñar a vivir la Navidad hospitalaria y servir de catequesis al pueblo sencillo.

            La Nochebuena es para muchos, hoy, la noche del pobre que no cena.  Como casi todos los días.
Pero la nuestra debe ser la más mágica noche, en que Jesús vino a nacer vestido de pobre, sin otro atavío que el amor con derroche.
            Por ello debemos acercarnos cada día a brindar con la sonrisa y la alegría desbordante, con el perdón y la ternura dedicados en exceso a los que la vida sólo brinda dolor y amargura.
            Porque la Navidad es gracia y pan, energía y luminosa claridad, la luz y fortaleza de que todo lo pequeño se agranda si tiene a Jesús como figura central.  La Navidad es, como era en el corazón de Juan de Dios, es fiesta interminable, es gozo imposible de narrar, es paz que supera todo dolor y tristeza.  La que quiero desearles a cada uno de ustedes porque les considero “de buena voluntad”.

Me van a permitir ahora incorporar otros ocho villancicos, recién elaborados, que completan el “retablillo de las figuras defectuosas del Belén”:
VI. VILLANCICO DEL PASTOR MANCO
Manco me he quedado
de tanto apoyar la vara
de tanto ver que prepara
mi paso firme en el prado.
Nunca antes había amado
los brazos que Dios me dio
como ahora, que quiero yo
coger al Niño divino
que me tiene perdido el tino
desde que El me abrazó.
VII. VILLANCICO DEL PASTOR ROTO
Un belén no se construye
sin tener limpia el alma
sin sembrar con nuestra calma
la paz que nunca huye.
No me digan que no ponga
más, mis figuras rotas,
cogí cariño a mi belén
y ya ninguna figura sobra
que hasta el pastor roto recobra
la esbeltez de su figura.
VIII. VILLANCICO DEL PASTOR DROGADO
A mí me da que este año
con la crisis que ha tocado
mi belén se verá dañado
y a mí me alcanzará el daño.
La droga me tiene muerto:
mi rebaño dispersado,
los amigos me han dejado
y sigo buscando un belén
que logre ponerme bien
de ser un desesperado.
IX. VILLANCICO DEL PASTOR CORCOVADO
Con la espalda jorobada
mi pastoreo se endurece
porque el trabajo crece
y mi corcova más abultada.
¿Y si cargando una oveja
la llevase yo al portal
y cogiendo al Niño zagal
los juntase con presteza
acaso tenga la certeza
que mi chepa no es igual?
X. VILLANCICO DEL PASTOR BORRACHO
El agua de mi belén
desde la montaña me viene
que es como el alma, que tiene
borbotones que no se ven.
Cristalina y fresca y fuerte
avanza entre musgos verdes
tan hermosa y transparente
salvo si la ves como vino
transtornando mi destino
y emborrachándome de muerte.
XI. VILLANCICO DEL PASTOR LOCO
He perdido la cabeza entera
buscando a un perdido ratón
que ha destrozado un montón
las figuras de mi pradera.
Mis ovejas están movidas
incluso las locas, un poco
y yo me vuelvo loco, loco,
y cometeré un disparate
si sigo loco de remate
y si a Jesús yo no le toco.
XII. VILLANCICO DEL PASTOR QUE SOY YO.
Mi vida casi es un desierto
donde es difícil que nazca una flor;
¿y si en el desierto de mi corazón
viese yo crecer un huerto?
Ahora entiendo que Navidad
no es sólo el 25 de diciembre
sino cada vez que siembre
paz para la humanidad
y fomente la hermandad
en los pobres que yo encuentre.
XIII. VILLANCICO DEL PASTOR EN LA CUEVA
He llegado ya al Misterio
y no encuentro techo a la cueva
arrimaré mi alma llena
de amores y de desvelos.
La Virgen está alborotada
José se ha quedado mudo;
y el Niño, pedazo de cielo,
me recibe como vino, desnudo.
¡Bendito pastor llegado,
qué nacimiento que tuvo!

Un pregón es belleza literaria, es estética del lenguaje, pero es, sobre todo, amalgama de deseos y un recorrido hasta las estrellas, como a esas que vemos multiplicadas en el cielo de los belenes juandedianos.  Pero yo no quisiera que nos quedáramos sólo con las florituras del pregón.  Me gustaría que hoy fuésemos capaces de descubrir el hondo sentido de los belenes vivos de nuestra sociedad.  Miremos a nuestro alrededor. Hay demasiadas figuras rotas, pero, de las de verdad.  Estemos más que nunca al lado de los más necesitados.  Hagamos hueco en el hogar y en el corazón para que aquel que lo está pasando mal en la vida nos encuentre más cercanos y más hermanos.

La única verdadera Navidad es la que se amasa de bondad y de ternura, de calor humano y de acogida fraterna, de solidaridad y de respeto a la vida y a la dignidad de cada ser humano y de elevación de ese espíritu humano a todo lo que trasciende el corazón: la presencia viva de Jesús que sólo ha sido necesario en este mundo para enseñarnos el amor.   Cantemos la alegría de ser hijos de Dios y hagamos fiesta porque está vivo dentro de cada uno de nosotros.  Que la hondura de nuestro amor se conozca por la manera de partir el pan de la bondad.

Este es el compromiso de mi pregón: Que todo Belén, tierra y figura del pan, nos anime a vencer el hambre compartiendo lo que tenemos y a dar dignidad a los excluidos del mundo, “a las figuras rotas de este gran Belén viviente universal”.  
Estoy cumpliendo en estos días cincuenta años que comencé en este camino como novicio hospitalario y doy gracias a Dios porque se fijó en mi deseo de ser fiel a su voluntad y me ha colmado en todo este tiempo de la misericordia del loco de Granada, Juan de Dios.    Voy a concluir, si me permiten, con un bello villancico hospitalario que un médico se atreve a dedicarlo como: EL HOSPITAL DE BELÉN.
            El hospital de Belén
            no tenía enfermeras
-para asistir a María,
que parió en la Nochebuena-
ni doctores, ni matronas,
ni sanitario ninguno.
Sólo una mula y un buey,
y San José de correturno.
El hospital de Belén
no tenía una auxiliar
para lavar a ese niño
que ha nacido en el portal,
Ni toallas, ni pañales,
ni colonia, ni jabón.
Sólo una mula y un buey
y José de celador.
El hospital de Belén
tiene un pesebre sencillo
para acostar a los niños
que nacen en el pasillo;
no hay un jefe de servicio,
ni un director, ni un gerente;
sólo una mula y un buey
y en la puerta un residente.
El alcalde de Belén
no tiene secretaría,
ni un parte de nacimiento
para el niño de María.
No tiene un ordenador
ni una pluma, ni un tintero,
sólo una mula y un buey,
y José de recadero.
El hospital de Belén
no tiene supervisores,
ni pases de permanencia
para los buenos pastores.
Y, por no tener, no tiene
guardia de seguridad;
sólo una mula y un buey
y José de capitán.
El hospital de Belén
no tiene una limpiadora,
pero siempre está más limpio
que la purísima aurora.
No tiene lavandería,
ni cocina, ni alimentos;
sólo una mula y un buey,
y José en mantenimiento.
El hospital de Belén
no tiene mantas de lana
para abrigar a María
que parió en la madrugada.
Ni tiene calefacción,
ni Zantac, ni Seguril;
sólo una mula y un buey,
y San José haciendo el MIR.
El hospital de Belén
tiene una gran crisis,
le han llegado los recortes
y lo pasarán de narices.
No tiene camas vacías,
ni enfermos, ni moriscos,
sólo una mula y un buey
y San José dando brincos.
El hospital de Belén
no tiene, no necesita,
una capilla con velas
ni una pila de agua bendita.
Que Dios mismo ha preferido,
para nacer, un portal;
sólo una mula y un buey,
y José con felicidad.

Muchas gracias.
          

Hno. José Ramón Pérez Acosta

Las Palmas de Gran Canaria, 30 de noviembre de 2012
En la Casa de Colón